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martes, 19 de mayo de 2015

ROQUE DALTON, POETA SIEMPREVIVO


Por Leonardo Parrini

Mi poesía es como la siempreviva
paga su precio a la existencia
en término de asperidad.
Entre las piedras y el fuego,
frente a la tempestad
o en medio de la sequía,
por sobre las banderas
del odio necesario
y el hermosísimo empuje
de la cólera,
la flor de mi poesía busca siempre
el aire, el humus, la savia, el sol,
de la ternura
.

Versos premonitorios de Roque Dalton, poeta salvadoreño asesinado hace cuatro décadas en su ciudad natal. Voz silente y presente la suya, cantó a la esperanza que emerge como soplo de vida de la lucha cotidiana por la dignidad de los oprimidos, los solitarios, los sin destino. Roque Dalton fue muerto a los cuarenta años la madrugada del 10 de mayo de 1975, dice la crónica: Los asesinos llegaron a la casa donde lo tenían recluido, donde lo torturaron con golpes y trataron de infligirle miedo, para matarle a tiros. Una mujer salió de la casa clandestina y se puso a reventar "cuetes" (pirotécnicos), aprovechando la festividad para las madrecitas, pero en esencia era para disfrazar los balazos que les dieron al obrero Armando Arteaga y a Roque Dalton. Más tarde sus cadáveres fueron metidos en una gran bolsa de plástico, los subieron a un pick up, les tiraron encima unas colchonetas y se condujeron a El Playón. Alguien ahí había cavado el hoyo donde los tiraron, les echaron tierra y se marcharon. Esa noche el comando asesino redactó un comunicado anunciando el "fusilamiento", mismo que dieron a conocer en un comunicado el 28 de mayo de 1975. Sobre estos hechos se cierne un silencio cómplice, una injusticia impune que nunca ajustó cuentas debidamente frente al crimen y sus hechores. Los gobiernos de República de El Salvador han mostrado una persistente incapacidad de aclarar el crimen en toda su estremecedora magnitud.

Roque Dalton, poeta del pueblo para el pueblo, militó en las filas comunistas y se entregó a la causa de la liberación de su país en años en que las dictaduras militares instaladas en el poder con la anuencia conservadora, campeaban en el continente. Fue varias veces encarcelado en su país, por motivos políticos, condenado a muerte en 1960 la sentencia no se cumplió, ya que el dictador José María Lemus cayó sólo cuatro días antes de la fecha fijada para la ejecución. Su destino, no obstante, estaba marcado; Roque Dalton fue asesinado por una fracción del Ejército Revolucionario de Pueblo. El responsable del grupo que dio la orden de su eliminación, Joaquín Villalobos, reconoció que había sido un trágico error.

Poesía liberadora

Roque Dalton de muchacho estudió en Chile, país en el  que cultivo amigos y camaradas y  dejó una nítida estela de inteligencia y compromiso. Poeta, ensayista, periodista y activista político es la máxima voz de la poesía popular de su país y una de las más representativas de la literatura revolucionaria de Latinoamérica. Su vida bohemia, su jovial e irreverente personalidad, matizaban su entrega a las causas políticas, cuya máxima preocupación fue el destino social de su país. En 1969 obtuvo el Premio Casa de las Américas, en el género poesía, con Taberna y otros Lugares, el más conocido y, según la crítica, el mejor de sus libros. Su obra refleja ambas improntas, del luchador y del poeta empedernido de pasión por el amor y la vida.

Por ejemplo, esta tarde tengo en las manos grises
libros hermosos que no entiendo,
no podría cantar aunque ha cesado ya la lluvia
y me cae sin motivo el recuerdo
del primer perro a quién amé cuando niño.
Desde ayer que te fuiste
hay humedad y frío hasta en la música.
Cuando yo muera, sólo recordarán mi júbilo matutino y palpable,
mi bandera sin derecho a cansarse,
la concreta verdad que repartí desde el fuego,
el puño que hice unánime
con el clamor de piedra que exigió la esperanza.

A cuatro décadas de su muerte, Roque Dalton es un poeta siempre vivo. Su palabra preclara, comprometida y apasionada dejó un destello de claridad en la opacidad del mundo.

Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre
porque se detendría la muerte y el reposo.
Tu voz, que es la campana de los cinco sentidos,
sería el tenue faro buscado por mi niebla.
Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas.
Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta.
No dejes que tus labios hallen mis once letras.
Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio.

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