GRANDES TEMAS - GRANDES HISTORIAS

E c u a d o r - S u d a m é r i c a

lunes, 26 de diciembre de 2011

INDISCUTIBLES





Por Marco Vinicio Velasco

Si uno admite la posibilidad, por mínima que sea, de que el argumento, la hipótesis, la conclusión,... en fin... la idea que sostiene, podría ser falsa o parcialmente falsa, entonces tenemos un tema de discusión, un asunto discutible, de lo contrario estamos ante creencias, convicciones profundas e indiscutibles, asuntos de fe que no se ponen en duda. Entre personas que respetan a las personas -y a la lógica- esos temas no se discuten ¡y ya está! , pelado el pollo como diría el Michelena. Y no se discuten precisamente por ser lo que son, esto es, indiscutibles. 

No tiene sentido y suele ser un auténtico despropósito discutir lo indiscutible. Aparte de que no sería recomendable para la salud, poner en duda, por ejemplo con algún ayatola, que Alá sea el único dios y Mohamed su profeta; tanto como no lo es poner en duda que la lucha de clases sea el motor de la historia, con un militante de la fe comunista o la virginidad de María con el cura párroco. 

Lo grave, lo terrible surge cuando, desde el poder, desde cualquier poder, se pretende imponer ideas, convicciones o creencias consideradas indiscutibles, situación en la que aparecen, como decía un amigo, los ulemas de la mezquita, y no para debatir las ideas en cuestión, sino para calificar quien  es revolucionario y quien neoliberal o quien es “pelucón” (que en la jerga del lumpen significa ricachón y de gustos refinados) y quien proletario (vale decir cholo, popular y pobre) como si el tener riqueza o el no tenerla pudieran ser condición de estupidez o garantía de inteligencia y razón. 

Cuando expongo mis ideas lo hago porque –aparte de que quiero difundirlas para que otros las conozcan- las considero discutibles. Por eso las publico, porque cuando las publico las estoy sometiendo a discusión, a ver si resisten las razones de los otros. Así puestas las cosas, aparte de ser racional, también hay que ser razonable, dice don Fernando Savater, y ser razonable no es otra cosa que la capacidad de allanarse, de aceptar, de dejarse persuadir por el peso argumental, racionalmente expresado de los otros, aunque sean mis contendientes ideológicos y cuestionen mi bases doctrinarias, incluso apelando a la ironía o a la reducción al absurdo, recursos completamente lícitos, que pueden mover a la risa, aparte de demostrar que determinadas ideas son insostenibles tonterías. Y que el continuar sosteniéndolas, no demuestra sino que quien así procede es digno de lo que sostiene. ¿Pueden coexistir una fuerza todopoderosa y un objeto inamovible?

La lógica, esto es la fuerza de la razón, dice que no, y no hay vueltas que darle, tenemos que, irremediablemente, aceptar lo que dicta la lógica. Creo que ser influenciable y persuadible es meritorio, para eso sirve la discusión y el debate. Los debatientes deberíamos tener entre nuestras virtudes la capacidad de modificar criterios y convicciones en la medida en la que vamos comprendiendo los argumentos de los otros. Admito que he cambiado dramáticamente de ideas en el ámbito de la filosofía y la política, cosa que ha ocurrido en virtud, principalmente de mis lecturas y de mis relaciones con personas de mejor inteligencia y cultura. 

En los círculos de izquierda donde aún tengo la mayor cantidad de amigos (al menos eso creo) se considera una virtud el que, a pesar del paso inexorable de los años, las personas sigan pensando como antes, vale decir sigan siendo “revolucionarios”. Se considera que esos son los imprescindibles, como dice el dramaturgo alemán cuyo nombre no sé escribir. Afortunada o infortunadamente –según se quiera ver- no estoy hecho de esa madera y me percaté de ello cuando, hace ya casi tres décadas, un feroz militante marxista leninista me descubrió leyendo un libro, cuyo título ya no recuerdo, de Volodia Tetelboim (intelectual comunista chileno) y me dijo, ¡ten cuidado, no deberías leer esas cosas, ese autor es revisionista! Y yo ni corto ni perezoso me hice revisionista. Poco después leí “Persona Non Grata” de Jorge Edwars y desde entonces, con mucho esfuerzo, he tratado de irme formando en el pensamiento liberal sustentado en la tradición democrática e ilustrada de Occidente, pero además, ahora mismo estoy considerando muchos argumentos de la socialdemocracia, que deberían incluirse en el ideario liberal, por lo menos en el mío

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