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domingo, 19 de septiembre de 2010

NOSOTROS LOS CHILENOS


Santiago de Chile, pintores de la calle
Foto de Leornardo Parrini

Por Leonardo Parrini

Ese era título de una legendaria colección de 49 libros populares en la década del setenta, que recorrían la columna vertebral de un país generoso y telúrico, para muchos altivo y excluyente, heredero de dos culturas: la hispana avasallante y la indómita araucana. Poco o nada hemos cambiado los chilenos estas cuatro décadas, como si cuarenta años fueran nada y la historia transcurriera en vano. ¿Cómo somos nosotros los chilenos? Ubicados como pueblo en la cornisa que se desprende de la imponente Cordillera de los Andes frente al abismo del Océano Pacifico, Chile es dueño del desierto más árido del mundo que se convierte en estepa de altura por las paulatinas humedades estivales; con alfombras de suelos variados que se expanden con matorrales mediterráneos en el centro, selva y bosque mixto en la región de los lagos australes y lluvias interminables que coronan ventisqueros de hielo eterno en la Patagonia. 

De innegable influencia europea el país durante la Colonia y la Independencia echó las bases de un ideario de corrientes conservadoras y liberales, enfrentadas en la cosmovisión de un futuro incierto pero promisorio. Chile, sin embargo, no se promete nada a sí mismo, más bien lo afronta en una determinante arenga de su escudo nacional que habla de hacer prevalecer la razón o la fuerza. Todo aquello es la fragua de un territorio de gente diversa que se reconoce en cada icono que consume y desgasta renovado en la mitología de un país con una fuerte cultura de la invocación. Los chilenos alimentamos el alma con signos poderosos, como esa bandera de tres colores con una estrella solitaria que nos acompaña en cada esquina del padecimiento y del regocijo, de la lucha y la esperanza. Somos pueblo de fuerza y razones para ejercerlas a ultranza, obligados a mantener relaciones violentas con una geografía loca y una historia tantas veces injusta. Crecimos convencidos que somos capaces de matizar ambos elementos en la manutención de inamovibles instituciones, como aquella alternancia de intereses antagónicos  que se amalgama en un país de eterna clase media; que mira desde y hacia arriba con la misma altivez excluyente que nos hace impermeables a las mimetizaciones y movilidades sociales. En Chile el que nace chicharra muere cantando y el no tiene padrino no se bautiza. Imposible haber nacido en cuna de paja y pretender heredad de cuna de oro, inaceptable ser aceptado donde no corresponde y llegar donde no se ha sido invitado. 

Chaqueteros por doctrina y convicción a los chilenos no nos gusta que el otro prospere sin que nosotros, al mismo tiempo, subamos de categoría. Sana envidia, dicen muchos, que nos impide apoyar al vecino cuando se muestra mejor que nosotros. Bueno para la broma fácil de humores comparativos, el chileno se coteja con símiles diversos a la hora de buscar su impronta física y espiritual, pero los pelados y los guatones no tienen comparación en Chile, son una institución nacional. Sentimentales por antonomasia, cantamos riéndonos de nuestras penas, ¿qué es sino la cueca chilena, un sollozo con la sonrisa en los labios? Pero a la hora de ponernos tristes de verdad nada mejor que la tonada, un aire del sur araucano a ritmo de cultrún o la desértica soledad que evoca la quena norteña. Es que en Chile, país melómano y poético, la música amalgama aquello que la historia desune y la geografía destruye. Tatareamos infinitos ritmos de norte a sur, entonamos todas las melopeas acorde con nuestra topografía anímica que sube y baja de tono en la espigada franja de tierra que nos cobija. Los chilenos cuando luchamos, celebramos, evocamos o nos levantamos de un terremoto siempre lo hacemos con una bandera tricolor en la mano y una melodía en los labios. 

Con motivo del Bicentenario 17 millones de chilenos, incluidos los 33 mineros atrapados bajo la montaña en el norte, - no así los 35 presos mapuches en huelga de hambre detenidos por luchar por sus tierras en el sur,- cantaron el himno nacional a las doce del medio día 18 de septiembre como signo de unidad nacional. En la tribuna oficial el presidente empresario junto a la ex presidenta de padre asesinado por la dictadura militar, incluyendo a un ex presidente socialista y otro demócrata cristiano, hicieron gala de una mixtura de voluntades unidas en un himno que mitiga los contrastes violentos de un país que se reconcilia con su historia, cuando aun la geografía no cierra los surcos de la tierra telúrica. 

Por la noche en el Estadio Nacional, campo deportivo y otrora campo de concentración, la celebración dejó oír un valsecito de la Palmenia Pizarro, la novia romántica de Chile y el sonido profundo de los Intillimani, embajadores de la lucha irrenunciable de nuestro pueblo. En ese ritual musical tan propio de los chilenos, un pentagrama de canciones nos devolvió la ilusión de un país unido por la razón y la fuerza, porque es de locura dividir cuando hay que sumar, restar cuando hay que multiplicar. En eso Chile es un país urgentemente solidario, que responde positivamente al dolor ajeno entre hermanos, porque sabemos que las heridas se restañen cantando, las necesidades se mitigan en la olla común y los terremotos no han podido con las sólidas bases de un país de personalidad extrema en el extremo del mundo. Al sur del planeta, un país bicentenario hoy empieza a saldar el compromiso histórico del reencuentro con lo que siempre hemos sido nosotros los chilenos, pero que aún adeuda la justicia, el bienestar y una categórica promulgación de derechos plenos para todas y todos los chilenos, en la potente y esbelta patria de Neruda y la Mistral.    


2 comentarios:

  1. Buen día Leonardo¡¡ Que hemos encontrado tu dirección por la página de Ediciona y te escribimos porque queremos mostrarte nuestra nueva revista de cine y fotografía Vista al Sur. Hemos vuelto, aunque esta vez, para nuestro pesar, sólo como medio digital. Queremos que nos conozcas, que te suscribas (es gratis), que nos cuentes que te parecimos (las críticas son bien recibidas) y claro, decirte que muy bienvenido a esta nueva etapa de la publicación que habla de cine y la fotografía con la vista al sur.
    Pulsa en www.vistalsur.com y ahi encuentras tanto las ediciones digitales que han salido a la fecha (las primeras dos de arriba) cómo un archivo de nostalgia de cuando éramos impresos.
    Saludos

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  2. Leonardo:
    Tu retrato verbal y tus imagenes claras, nos reflejan en nuestro propio espejo, el de la necesidad de contestarnos interrogantes de nuestro pasado y devenir.
    coincido contigo en tantos pendientes que se arrastran decada a decada, siglo a siglo.
    El cambio
    La equidad
    El Sumak Kausay

    Afuera tambien somos chilenos

    Monica Riquelme

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